Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Instinto

La loba salió de su cueva y quiere sangre.
Había sido atacada la noche anterior y había mordido. La sangre que se escurrió entre sus dientes la inyectó de un salvaje placer. Sus gemidos se extendieron en la oscuridad; había recobrado su impulso asesino. Sedienta, temblorosa, jadeante inició la búsqueda de una presa.
Ahora olfatea el sabor acre y se dirige hacia las cataratas. Sus huellas se apresuran; sienten la urgencia de clavar sus uñas sobre un cuero tierno, que penetren entre la masa carnosa y se unten en la materia sanguinolenta. Puede percibir sus dientes húmedos antes de llegar sobre el cuerpo, mientras sus ojos amarillos se cierran al contacto placentero de su comida.

viernes, 25 de diciembre de 2009

David Vincent los ha visto


"Los invasores, seres extraños de un planeta que se extingue. DESTINO: LA TIERRA. PROPÓSITO: ADUEÑARSE DE ELLA. David Vincent los ha visto. Para él todo empezó una noche en un camino solitario, cuando buscaba un atajo que nunca encontró. Empezó con un merendero cerrado y abandonado; con un hombre tan fatigado que no podía seguir viajando. Empezó con la llegada de una nave de otra galaxia. Ahora David Vincent sabe que los invasores han llegado, que han tomado forma humana. De algún modo, debe convencer a un mundo incrédulo de que la pesadilla ya ha comenzado."
Presentación de la serie "Los invasores"

Sabía que él los estaba buscando y que podía reconocerlos. Por eso ideó apoderarse de la presidencia. De esa forma, cualquier puesta en duda de su identidad provocaría que lo tomaran por un loco que iba en contra del orden establecido, un desaforado que intentaba destruir las bases de la sociedad occidental.
Incluso ya con su investidura presidencial buscó incentivarlo. Todos sus viajes eran minuciosamente registrados por los medios de comunicación; hasta las escenas más íntimas y familiares eran retratadas en imágenes y en segundos circulaban a gran velocidad a tráves del orbe. Llegó a pagar grandes sumas para asistir a eventos y recibir premios internacionales. Pero nada de eso consiguió sacarlo a la superficie. Era como un gran tiburón blanco al acecho.
Al principio, esta situación le había generado una sensación triunfal, la cual poco a poco se estaba convirtiendo en su peor amenaza. Las primeras reacciones se manifestaron cuando comenzó a mirar entre la multitud buscando algún indicio, algo que le señalara que estaba ahí. Después el miedo fue invadiendo su mente y cada vez que salía era una tortura, como si cada paso fuera sobre un camino de brasas. Luego siguió la desconfianza hacia todos los que lo rodeaban, por lo que dudaba aun de lo que veía; sus propios hijos eran pequeños autómatas programados para eliminarlo. Por eso, estaba ahí parado en su oficina esperando que apareciera. Había solicitado a su secretario personal que lo buscara para una entrevista privada. Lo único que podía hacer era enfrentarlo.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Te ofrezco este caliz

Quiero que viajes por el espacio, libre de ataduras y con el cabello al viento, como mi capa, la cual te servirá para abrigarte por si tenés frío. Entre mis brazos no habrá peligros que te amenacen ni noches de sueños inquietos. Ahí estaré para acariciar tu piel y mirarte cuando llegues al placer absoluto, mientras la música del arpa invada tus contornos sensibles a mi tacto.

sábado, 7 de noviembre de 2009

En silencio

Hoy encontré una flor guardada dentro de un libro. Sus pétalos estaban aplastados entre las hojas y surcos oscuros cruzaban la fina superficie, como venas visibles en una piel recién injertada.
Pensé en la persona que había querido guardar un recuerdo en un objeto muerto y me imaginé a mí misma como un libro que contenía un cáncer expansivo y devorador. Me acordé del miedo que nunca quise expresar y de las páginas que esperaban sobre mi escritorio.
Siento y no siento; hay algo en lo profundo que sale a través de mis ojos, pero que se cierran si son observados, como la Esfinge sin preguntas. Es que no sé si la sangre sigue corriendo en mi interior.
Quizás no escribo para no saber que estoy muerta.

lunes, 28 de septiembre de 2009

En el quirófano


El pasillo se veía iluminado por los rayos que ingresaban por las ventanas y generaban sombras de diferentes graduaciones sobre el piso reluciente por el lavado de la mañana.
Hacia el fondo, en el extremo opuesto, una puerta abierta permitía ver una habitación. Solamente se veían sus paredes blancas, pero cada tanto se observaba el movimiento de personas, cuyas oscuridades se proyectaban sobre las superficies.
De repente, los desplazamientos se aceleraron y la puerta de madera se cerró. Golpes, estruendos, llantos. Sin aviso el silencio se materializó en una mancha roja que comenzó a deslizarse por debajo de la puerta.

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O corredor estava iluminado pelos raios de sol que transpassavam as janelas formando sombras de diferentes formatos sobre o chao reluzente pela limpeza da manha.
No fundo, extremo oposto, uma porta aberta permitia ver um quarto. Somente se viam suas paredes brancas, mas a cada tanto se obsevava o movimento das pessoas, cujas sombras se projetavam sobre as supefícies.
De repente, os deslocamentos tornaram-se mais rápidos e a porta de madeira se fechou. Batidas, estrondos, choros. Sem aviso o silencio materializou-se em uma mancha vermelha que comecou a deslizar por de baixo da porta.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Estilo linear

Quiero recomponer mi imagen que se ha desintegrado a través de millones de miradas ajenas. Siento que mi cuerpo adquiere solidez y se convierte en lo que siempre soñé: un libro abierto que se escribe solo. Puedo ver cómo se mueve mi mano con soltura línea por línea y las historias de los otros se van soldando con tinta negra que impregna la página en blanco.
Ya no me identifico con personajes de otros, cuyas vidas ni siquiera existen. Soy la que construye vidas con la visualización de esos rasgos que percibo al mirar al que tengo enfrente; el mundo está lleno de miserias, las cuales es necesario desempolvar, porque existen criaturas siniestras que nos envuelven y tratan de envenenarnos con sus fracasos, sus inseguridades y su propia basura. En tanto, acá estoy, buscando mi letra perdida en algún rincón del pasado.
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Quero recompor minha imagem que se desintegrou através de milhoes de olhares alheios. Sinto que meu corpo adquire solidez e se converte em que sempre sonhei: um livro aberto que se escreve sozinho. Posso ver como minha mao move-se com agilidade linha por linha e as histórias dos outros se fundem com a tinta negra que impregna a página em branco.
Já nao me identifico com os personagens dos outros, cujas vidas nem sequer existem. Sou a que constrói vidas com as visualizacoes dos tracos que percebo ao olhar o que tenho a frente; o mundo está cheio de misérias, que é necessário limpar, porque existem criaturas sinistrs que nos envolvem e nos envenenam com seus fracassos, suas inseguridades e seus própios lixos. Portanto, estou aqui procurando minha letra perdida em algum canto do passado.

martes, 8 de septiembre de 2009

Imagen de Justine (I)

Era una chica ingenua que pensaba que el mundo era un lugar perfecto, donde la naturaleza se expresaba mediante múltiples creaciones que crecían para desarrollar su esencia y dejar su presencia como una estela de polvo que va impregnando a otros.
Sentía un cosquilleo que la invadía cada vez que el sol tocaba su piel matinal y podía percibir el placer de la luz sobre cada poro. Absorbía la energía con fruición para llenarse de vida, mientras las ráfagas otoñales la envolvían, la circundaban, la penetraban...

Justine (II)

¿Son ellos los que me penetran o soy yo quien los absorbo? ¿Son ellas las que me manosean o soy yo quien las refriega?
Sexualmente doy la impresión de que los sucesos se presentan y se imponen. Sin embargo, soy como una araña que teje sus hilos imperceptibles, de forma tal que la presa no tenga posibilidad de escapar. El otro no solamente me busca, sino también que persiste en esa búsqueda, porque no quiere estar enredado, pero necesita del veneno que le inyecto para seguir obteniendo placer.
Mientras tanto observo los intentos desesperados por penetrar mi piel y llegar hasta mi alma que se mantiene impávida, mientras mi cuerpo se convulsiona ante cada arremetida.

viernes, 14 de agosto de 2009

Las mil caras del gato


Se sienta junto a la ventana para ver los pájaros que pasan volando. Los observa y se agazapa; nunca estuvo cerca de ninguno, pero su instinto le dice lo que tiene que hacer.

Pasa horas durmiendo y lo único que cambia es el lugar o la posición. A la mañana es en la cama, a media mañana está sobre el escritorio al lado de la computadora, a la tarde se acuesta en el banquito y a la noche otra vez en la cama. Cuando hace frío y estoy trabajando, me pide para subir a mi falda, pero no dura mucho porque quiere apoyar su cabeza en mi brazo. Entonces cuando lo muevo para escribir, se enoja, me muerde y vuela.

Durante la mañana, cuando estoy en casa trabajando, de repente escucho un alarido lastimero. Es la señal. Me levanto, lo busco en la habitación, donde lo encuentro acurrucado; me acerco para tocarlo y sale corriendo. Ahí comenzamos con el juego de la pelotita de papel metálico. Se agazapa en la puerta del baño, espera la pelota y la ataja o salta sin agarrarla; entonces la busca, viene corriendo y me la tira cerca para volver a la misma posición anterior.

Si tengo que salir, a medida que me visto voy y vengo de la habitación al comedor, del comedor a la habitación y siempre que me doy vuelta está atrás acompañándome o después de bañarme, me lo encuentro en la puerta esperando a que salga.

Es tierno, es juguetón, es caprichoso, es irascible, es mordedor, es mi pequeña pantera.

miércoles, 12 de agosto de 2009

En ciernes

La música retumba en mi cabeza y mis sentidos giran en torno a un mar de imprecisiones y de locuras fustigadas por una orden que estalla en mis oídos. Aunque cierre los ojos, no hay un centro que me permita mantener el equilibrio de los razonamientos que me invaden en ecuaciones de sensaciones imprecisas. Los algoritmos se suceden en hileras serpenteantes como cadenas de ADN que me estrangulan o presionan sobre mis órbitas para quedar impresas sobre la piel como venas que sobresalen y quieren explotar. La sangre se acumula sobre una hipófisis satura de correcciones, mientras los oídos se contorsionan al ser heridos por el chillido gutural del monstruo de tinta negra.

jueves, 6 de agosto de 2009

Avalancha


La avalancha cae sobre mí,
blanco, blanco me rodea,
la nieve entra por mi boca, mis orejas,
el frío atira mi cuerpo,
mis ojos se blanquean y duelen,
los pensamientos se llenan de blanco,
de nieve y de frío.
Ya nada funciona:
el cuerpo inerte, los sentimientos abotagados.

El pétalo se disuelve en una mancha de sangre.

(La escribí hace muchos años. Encontré la foto y pensé en mi caja de recuerdos poética.)

viernes, 31 de julio de 2009

Sangre sobre la arena


Calma. Acostada sobre la arena escucho el retumbar de las olas, mientras ráfagas inciertas fustigan la superficie candente de mi cuerpo. Cada inspiración es un sorbo de azul que hiende mis tejidos como un veneno que recorre mi órganos y los cristaliza.

Siento mis latidos punzantes, junto a los suyos, un poco desacompasados. Puedo percibir el hálito vital que recorre sus venas y me embriaga. Fluyo por esa corriente que me invade y es como si entrara en su cuerpo. Me deslizo sin pausa, imperceptiblemente para adueñarme de cada pensamiento fugitivo. Pienso a través de sus propios hematíes y me expando como un cáncer por todo el organismo.

Dejo descansar mi mano sobre su torso y entierro mis uñas para traspasar sus músculos y desgarrar un sabroso pedazo de carne fresca.

jueves, 30 de julio de 2009

Suavidad en la arena


Calma. Es como si estuviera acostada sobre la arena escuchando el retumbar de las olas, mientras ráfagas inconstantes rozan la superficie de mi cuerpo. En cada respiración puedo percibir cómo el azul penetra en mis tejidos y me llena, me hipnotiza, me adormece.

Siento mis latidos, junto a los suyos, un poco desacompasados, pero formando un dúo de ritmo vital. Me dejo fluir por esa corriente que me tranquiliza y es como si entrara en su cuerpo. Me deslizo sin pausa, imperceptiblemente para recuperar mi esencia en cada pensamiento ajeno.

Dejo descansar mi mano sobre su torso hasta que otras manos se entrelazan entre mis dedos.

miércoles, 22 de julio de 2009

La sibila

Siento que sobre mi piel unas cosquillas nimeas comienzan a abrasar mis capas internas y mi mente se acelera para descomponerse en millones de imágenes que se entreveran para formar un sólido cuerpo humano.
Las sensaciones se difunden por mi epidermis que se extiende como un manto hacia el exterior, donde penetra el aire que la rodea.
Se expande, se difunde y se contrae súbitamente para estallar en partículas volátiles que inflaman los ojos de los otros, mientras el mar cubre con su silencio la agitación de mi respiración profética.

sábado, 18 de julio de 2009

En la noche

Son las cuatro de la mañana; no puedo dormir.
Mientras dormía, estaba soñando que alguien me perseguía. Sentía bombear mi corazón a mil por hora dentro de mi pecho; por un lado, podía percibir que era producto de un miedo aterrador y, por el otro, también de una excitación sensual que invadía mi cuerpo.
De repente el camino se convirtió en mi habitación y yo estaba acostada en mi cama, pero mi agitación seguía a un ritmo acelerado. Tendida boca arriba tardé minutos en calmarme y por eso ahora estoy acá en la computadora escribiendo. Necesito despejar un poco la mente y borrar las sensaciones de mi pesadilla.
Sin embargo, comienzo a sentir cierta inquietud que no puedo precisar. Miro hacia la ventana que tengo al costado. En la oscuridad de la noche, me cuesta percibir el exterior. No quiero mirar, pero mis ojos no pueden apartarse. Sé que hay algo ahí afuera que me está esperando.

sábado, 11 de julio de 2009

Mi nombre es Dido

Soy la reina de Cartago. Tengo a mi pueblo a los pies y las tropas obedecen mi voz al instante. Los hombres tiemblan ante mi presencia y las mujeres se inclinan con admiración. Cuando mis pies descalzos se deslizan por la sala, el silencio invade cada resquicio y todos están a la espera de mis órdenes. Junto al trono, hay una espada que empuño con mano firme para establecer mi propia justicia. Soy dueña de la sangre que se derrama sobre mi suelo.
Y ahora mi mente no tiene fuerza para pensar; se sumerge en un torbellino de placer y delirio. El hombre me ha quitado el control de mí misma y sólo me interesa impregnar de sensualidad mi piel. Cuando entra a mi cámara, siento el hormigueo que se va extendiendo desde los pies hasta erizar mis pezones. No consigo dominar el impulso de sentarme sobre su miembro ya erecto y apoderarme de todo su fluido vital.

jueves, 9 de julio de 2009

La cueva en mis palmas


Extiendo mis manos hacia la pared. Están frías y están solas. Pero cuando toco esas otras no logro percibir ni la presencia ni el tiempo. Son impresiones antiguas, que recuerdan otras manos heladas, que parecen tener escarchas en sus dedos y que impregnan la piel de un sabor intenso que se desparrama entra sacudidas flagelantes.

Observo mi palma desde una distancia atroz y la pintura roja me obnubila, mis párpados ya no tienen fuerza, mis labios no pueden moverse y el silbo del viento obtura mis oídos. Pierdo consistencia y la muralla de piedra deja mi imagen en la superficie.

domingo, 28 de junio de 2009

Con los ojos tapados

El muro había sido blanco en algún momento de su construcción y quizás haya sido blanqueado con cal centenares de veces, pero aun así las manchas de sangre podían verse con nitidez. Siempre había pensado que esas paredes eran parte de un pasado ya histórico.
Hacía unas horas era el líder de su pueblo y ahora estaba parado ahí. Los gritos militares lo habían despertado en la madrugada y, a pesar de que quiso explicar que era el presidente, lo esposaron y se lo llevaron.
Sintió el frío del cemento en sus manos inmovilizadas cuando apoyó la espalda contra la pared. Mirando al pelotón, pudo imaginar a la gente que había confiado en él y que abandonaba de esta manera; vio los rostros de su hijo y de su esposa en medio de la noche y una lágrima se escapó de su ojo derecho, mientras escuchaba su propia voz que declamaba sobre la libertad y la democracia. Sus palabras habían llegado lejos y habían sido escuchadas por hombres de negocios que decidieron que era un buen anzuelo para promocionar el producto de su empresa.
Percibió el silencio absoluto antes de que las balas alcanzaran su cuerpo. Y mientras caía sobre la tierra húmeda de la mañana, una paz protectora calmó el dolor abrasante de las heridas.

domingo, 14 de junio de 2009

Dentro de la cáscara

Hoy estaba en la casa de mi mamá y me iba a cortar un pedazo de queso. Suelo cortarlo sobre un plato, pero no sé por qué me incliné y busqué la tabla de madera. Cuando la apoyé sobre la mesada, el sonido que hizo me recordó otros tiempos. De repente, recobré la presencia de mi papá en esa casa. Era el mismo sonido que escuchaba cuando se cortaba un pedazo de salame. Fue una imagen que había perdido hacía mucho tiempo (cuando yo vivía ahí). Entonces traté de buscar otras: el ruido de unas ojotas que se acercaban para despertarme; el olor del asado los domingos al mediodía, mientras le cebaba mate a mi tía que pasaba después de misa y a mi mamá que estaba haciendo las ensaladas, de tanto en tanto caminaba hasta el quincho para alcanzarle uno al asador; la tabla redonda con la cuchilla y la trincheta; las hamburguesas a la parrilla que hacía en el punto justo que me gustaba (casi cocida); los mazapanes que me traía siempre cuando volvía de sus viajes de trabajo, a pesar de que jamás me gustaron; los fiambres que traía para almorzar el sábado al mediodía; los viajes en el auto para llevarme al colegio; el gato arriba suyo, mientras estaba sentado en el sillón frente al televisor; las puteadas cuando se escuchaba que el gato se tiraba desde el techo de la casa al del auto y el ojotazo que volaba cuando abría la puerta y entraba; cuando salía a la calle en shorcito y ojotas en pleno invierno, la valija negra que usaba para el laburo, las campañas casi publicitarias que armaba cuando quería cambiar el auto...
Uh... lo máximo LAS FOTOS DE LAS MÁQUINAS DE LOS BARCOS. En mi infancia la mitad del álbum familiar se componía de esas imágenes y él te las mostraba con orgullo (claro, era el barco que acababa de hacer). Eran todas iguales y yo me aburría, porque ni siquiera era la proa o algo que pudieras identificar, eran máquinas con palancas negras y tableros con botones rojos y más tubos y válvulas y cosas por el estilo. De repente aparecía una persona de espaldas y era un acontecimiento. ¿Quién era? ¿Qué hacía? ¿Es un compañero? ¿Es el capitán? Pero después volvían otra vez las mismas máquinas, "ya las vimos", "no, éstas son de la sala de control".
Igual los barcos tienen algo especial para mí. Quizás porque mi papá construía la parte eléctrica, quizás también porque mi abuelo materno trabajaba en la sala de máquinas. No sé, hay una sensación que me hace sentir parte de un barco.
Esto es un pequeño homenaje, ya que se acerca el Día del Padre; en realidad, es un buen ejemplo de que uno se acuerda siempre de los padres. PA', gracias por estos pequeños recuerdos y por todo lo que me diste. Soy lo que soy por los cuidados, la educación, el cariño, los principios y el esfuerzo que me brindaron mis padres.
O sea, PA', no esperes regalo este fin de semana. jajajajaja

sábado, 30 de mayo de 2009

Los cuatro jinetes

Ya llevaban un mes cabalgando desde que habían dejado la gruta; sin embargo, la postura era firme y severa sobre el caballo, cuyas patas con músculos que se marcaban en cada movimiento atronaban el suelo desértico.
El jinete de la guerra cubrió su cara con la capa roja. Sus ojos inyectados se asomaban para destilar la fuerza de su mirada. A cien metros el campesino quedó paralizado ante la presencia de esas figuras imponentes. En instantes su pelo se transformó en una masa blanca y comprendió que no tendría que haber mirado, mientras su cuerpo se iba convirtiendo en sal.
El jinete negro se detuvo al lado de la estatua blanca recién formada y golpeó la tierra con su espada envenenada. La imagen se quebró y se deshizo; su polvo flotó alrededor del caballero y se dispersó con el viento. En tanto el veneno se extendía por el terreno con un color imperceptible al ojo humano.
El jinete de la enfermedad descendió de su montura, tomó una cantimplora de sus alforjas, la abrió, bebió un sorbó y comenzó a girar sobre su propio eje, mientras su capa lo envolvía y el agua que contenía se esparcía hacia los cuatro puntos cardinales. Una vez vaciada, volvió a su posición natural.
Finalmente, el caballero blanco lanzó un grito de guerra, agitó sus riendas y se dirigió hacia la oscuridad que se avecinaba. Sus compañeros lo siguieron veloces y juntos se internaron en el mundo.

jueves, 28 de mayo de 2009

Delirios ferroviarios

Siento una mirada que no había vuelto a ver desde que la perdí en un tiempo de deseos no dichos y olvidos desterrados de melancolía. Quiero volver a escribir sobre cientos de pensamientos que se me cruzan en momentos de intranquilidad y también de sosiego. No comprendo mi interior revolucionado por heridas que siguen estando y no puedo ubicar su origen. Son sentidos que se pierden en la insensibilidad, son ruidos que no motivan el movimiento ni encienden luchas ni frentes anteriores. Vagos centinelas se apostan en las murallas que he construido para sobrevivir en una época de inciertos temores y de regresos nunca concretados. Volver la mirada hacia la propia vida, hacia el propio fuego y creer que nada se desvanece en un tiempo pasado. Los recuerdos pueden surgir en nuestra mente, pero en realidad, no existen, incluso son desfiguraciones que nos inventamos; no son las mismas caras y mucho menos son las mismas palabras.

domingo, 10 de mayo de 2009

Mi ángel

No sé si mi ángel de la guarda es alto o bajo, gordo o flaco, rubio, morocho, pelirrojo. Tampoco conozco su nombre ni su dirección ni su teléfono. Pero siento su presencia junto a mí cada vez que abro los ojos.
Estuvo conmigo cuando me operaron y me dieron los resultados de que no había cáncer en los colgajos de piel que me extirparon. Fue el que, cuando decidí tener mi primera relación sexual, me dijo: "Con ése no". También me acompañó cuando recibí el título de licenciada en Letras y es el primero que lee lo que escribo. Es el murmullo del mar que recuerdo de mi niñez y se transforma en gato negro para estar a mi lado mientras duermo.
Es un ángel alerta, que cuida cuando cruzo la calle sin prestar atención, que me acaricia la cabeza al notar que estoy preocupada o que me toma del hombro cuando ve que estoy por avalanzarme sobre la persona que tengo enfrente. Me susurra melodías que no entiendo, me acuna entre sus brazos cuando viajo en tren... es mi ángel sin nombre.

lunes, 27 de abril de 2009

Sin aire para respirar

Todo comenzó como en el libro de Stephen King, incluso un cuervo revoloteaba esa mañana en mi ventana. Me levanté igual que todos los días para ponerme a trabajar. El noticiero anunciaba un otoño caluroso. Habían asesinado a un policía apodado Paco y un nuevo candidato surgía para las próximas elecciones. Lo único real de las noticias era el servicio meteorológico y hasta ahí nomás, porque también era manipulado para hablar del recalentamiento global y mostrar una imagen vegetariana del grupo corporativo. Apagué el televisor y me puse a trabajar.

Cuando mi estómago comenzó a protestar, me di cuenta de que había pasado el mediodía. Me extrañó no escuchar el desfile de autos, los gritos de los chicos al salir de la escuela y las bocinas impacientes ante el colectivo parado a mitad de la calle con una columna kilométrica esperando subir. Tal vez era feriado, o bien, había huelga de maestros otra vez.

Me preparé mi almuerzo y prendí la televisión. En vez de mi serie preferida aparecía en la pantalla una periodista con barbijo, que hablaba de un aire contaminado. Se solicitaba a la gente que permaneciera en su casa. Más allá del miedo y de la presencia de un peligro mortal, la desinformación era absoluta. No se sabía, no se hablaba, no se hacía nada.

Desde ese día estoy en mi casa y no puedo salir. El último pedazo de comida lo consumí hace una semana. Quizás mañana cuando empiece a sentir que mi debilidad ya no me deja razonar, corte mi brazo izquierdo y lo cocine con un poco de yerba mate, aunque no sé si voy a tener la fuerza suficiente para presionar la cuchilla.

martes, 21 de abril de 2009

Llorando

Es difícil una declaración de debilidad.
Estoy llorona.
Ya no son las lágrimas por la identificación con algún personaje de película (La fuerza del cariño, tal vez) ni tan siquiera por algún recuerdo inesperado (la confianza en alguien ajeno a mí).
Yo frente al espejo y los ojos húmedos, la cara roja... sin nada más que mi alma vestida de un cuerpo desnudo.
Lloro de la bronca, porque me siento indefensa. Me rebelo al ver caer las escamas que formaban un centro seguro y desierto.
Lloro sola y por mí: para verme partir en un barco de papel hacia esos lugares que siempre mantuve lejos.
Tiendo mi ser sobre la cubierta, mientras mi piel recibe el placer que llena cada poro de luz. Navego a la deriva, sin control de mi mente.

jueves, 16 de abril de 2009

Formas alternativas


Era una culebra negra sin matices que vivía dormida, mientras me mordía la cola. La cueva era cálida y oscura, por lo que me permitía mantenerme en un estado de aletargamiento. Pero otras víboras invadieron mi espacio y mi sopor se descontroló. Fui mordida centenares de veces y el veneno caló entre mis escamas, se inyectó en mi bronca de estar fuera del lugar familiar, que ya no existía. Salí hacia la luz que me cegó, pero conseguí ver lo que la oscuridad me ocultaba: el nido de víboras. Pedazos de mi piel fueron cayendo hacia mis costados a medida que avanzaba con mi vientre sensible sobre la roca caliente. De repente me erguí y sentí el líquido tóxico llenando mis dientes. Era tal la concentración acumulada que sabía que la víctima frente a mí iba a morir en pocos segundos.

jueves, 2 de abril de 2009

Quizás alguien más

Éste es un escrito que hice cuando tenía 15 años. Siempre estuvo dedicado a nuestros soldados que lucharon en las islas Malvinas, a los que volvieron y a los que se quedaron. Hoy quiero recordarlos como siempre. Es un texto simple, pero con mucho sentimiento.
(En cuanto pueda subir el video, voy a agregar la representación de este texto que hizo mi primo Mariano Aquino hace años en el Yo sé de Feliz Domingo, donde ganó el viaje a Bariloche).

Caminar, caminar, avanzando por ese llano, siempre hacia adelante, con la frente en alto, pero el pecho oprimido, la mente en nubes y el cuerpo en terremoto.
No quiero estar acá, quisiera correr, irme muy lejos, donde mi cuerpo y mi alma estuvieran en paz.
¿Dónde está el mundo? ¿dónde se escapó? Se escondió en sus grandes ciudades de piedra, las ventanas bien cerradas y muros muy gruesos para no oír.
Pero acá estoy yo; sin embargo sigo, aunque no quiero. ¿Para dónde voy? No lo sé, no lo quiero saber. Sólo quiero al final vivir.
De pronto esas aves luminosas surcando el cielo y esa lluvia horizontal que nadie conocía. Unas manos me tiraron al suelo bruscamente. Mi cara se cubrió de barro y creo que al mismo tiempo todos mis sentimientos. Mis lágrimas se juntaron con el barro. ¿Qué es la vida?
En la negrura los pasos no se oían, sólo uno que otro ruido hasta que de vuelta comenzaba todo. Un pájaro luminoso aterrizó, lanzó un grito y un silbido lo siguió; estaba quizás cantando. Minutos después alguien se cayó delante de mí, su pecho con rosas rojas y entre ellas algo extraño que obstruía su belleza.
¡No, no, no puede ser! ¡No tiene que ser! ¡No! Lloré, lloré y quizás haya limpiado de suciedad la tierra. Solté gritos guturales y me tiré de rodillas con la cabeza gacha.
El mundo era culpable y se lavaba las manos. Siempre lo hizo, total uno o más muertos no tiene importancia. Nada ha pasado.
Amanecía. Algo bueno debía de traer el sol, pero el camino era el mismo. No, no había acertado. En el horizonte venían las fieras mostrando sus garras. Mi vida. Vivir. Rodé sobre el barro, lo hice mil veces y me quedé quieto. Las fieras pasaron, quedé sin aliento, no me habían notado. Al no escuchar más los rugidos, me levanté.
Mi cara se encontró con otra, igual a la mía, los dos dispuestos en posición de ataque, las armas apuntando, el miedo en nuestros ojos, la vida en nuestra esperanza. Era mi hermano. Era yo. Era el mundo.
Somos títeres, títeres que manejan esos gigantes bien a salvo, casi en la inmortalidad, que nos manejan, que nos matan a todos, unos de cuerpo, otros de alma, pero todos al fin muertos.

viernes, 27 de marzo de 2009

¿Querés sentir el fuego en mi piel?

Mi cuerpo tiene cicatrices que lo hacen fuerte y lo convierten en algo pleno. Cada centímetro de su superficie fue recorrido y envuelto en millones de terciopelos, que provocaron que se erizara, mientras las historias iban penetrando en su interior para quedar latentes en cada poro.
Manos frías lo han envuelto entre sábanas tibias en reposo.
Parece insensible, pero es una explosión de deseos que libera al viento hojas escritas con escalpelos. Puedo sentirme como una exposición de piel saturada de sol y sin achicarrarme sigo volando entre las ráfagas.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El sueño de un tango ardiente

La música mueve mis pies sobre los tablones de madera. Un paso hacia delante y mi espalda es sostenida por una mano firme. Mi cuerpo se dirige a la derecha y dos pasos hacia atrás; las miradas fijas. Punteo el cinco en un enredo de mis piernas para concluir con un deslizamiento suave, pero con los músculos fuertes. Siento mi propio corazón en la camisa ajena en el preciso instante en que me hacen girar y todo vuelve a empezar.
Ya me imagino en un vestido rojo que se abre en un profundo escote en V con un leve pañuelo negro al cuello y zapatos carmesí de tacos brillantes. Mi cuerpo se adhiere al torso que me lleva y el baile me convierte en una percanta.

domingo, 1 de marzo de 2009

Mi esencia sangrienta

Está lloviendo y la noche está afuera esperándome. Quiero ser otra vez la persona que fui hace mucho tiempo. No más joven, sino alguien que confía en todas sus fuerzas y en todos sus sentidos.
El cielo se oscurece y ya estoy por salir. Tengo que moverme con cuidado, porque cualquier individuo es altamente peligroso, con actitudes imprevisibles y pensamientos incontrolables.
En cuanto mi piel siente la oscuridad, me vuelvo feroz e insaciable. Necesito despedazar un cuerpo para saber que mi poder es superior a cualquier débil humanidad, mientras el sabor de la sangre se inyecta en cada poro de mi ser, y lo nutre de mayor sabiduría y de plenitud vital.

viernes, 23 de enero de 2009

Conversación con mi gato

Recién nos habíamos levantado. Yo me puse a trabajar y él comenzó a dar vueltas por ahí. De repente escucho el ruido de hojas secas y pienso: "Mmm otra vez". Entonces sin darme vuelta le digo: "¡Basta! Dejá esa planta tranquila". Como al rato vuelvo a escuchar el mismo sonido, me levanto y veo a la pobre, mustia y seca en su lugar. Tomo de la cara a mi minino y le susurro: "Entre que no le doy agua y vos te la comés, la estamos matando".

lunes, 19 de enero de 2009

El veneno en mi interior


Siento el calor que sube por mis piernas y que electrifica mi piel. Es un dolor que se clava en mi entrañas y penetra con ímpetu hasta mi esencia femenina. Se desgarran los tejidos internos y la sangre me impele hacia el exterior. Se extiende mi cuerpo exánime sobre las sábanas sangrientas para respirar bocanadas de aire enrarecido por un fuerte olor dulzón.
Siento el frío que surge en mis manos y se expande sin control. Mi mente se cristaliza y mi cuerpo comienza a manifestar movimientos espasmódicos. Mis pupilas se detienen y se endurecen, ya no ven más que una niebla espesa que se desparrama por el desierto oscuro de mi interior. Alcanzo a oler una fragancia que reaviva mis sentidos.
Ya no hay frío ni calor, sólo un vacío pétreo que se corporiza en una mujer.

lunes, 5 de enero de 2009

Tres Reyes Magos vinieron de Oriente

Estaba acostada en la cama y no podía dormir. Mañana era el día de los Reyes Magos y su mamá le había dicho que este año no iban a poder pasar por la casa de ella. "Mirá, Itzel, en Medio Oriente hay una guerra y vos sabés que ellos son de allá. En medio de las bombas el viaje se les hace demasiado largo y tienen que visitar a todos los chiquitos que están en el hospital o están solos en sus camas porque los papás no están."
Quiso entender las razones que le daba su mamá, pero no podía dormirse pensando que este año sus zapatos iban a estar vacíos cuando se levantara a la mañana. Igual, por las dudas, puso sus sandalias rojas de paseo, junto al plato lleno de pasto y los tachitos con agua para cada camello.
Al tiempo cayó en un dulce sueño. Durmió plácidamente arropada con sus sábanas floreadas. En su ensoñación aparecieron sus Reyes. Estaban parados frente a la ventana. Melchor, con su pelo blanco, sostenía un jarro de oro y le dijo: "Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad". Ella pensó en los gatitos que siempre veía en la veterinaria.
Gaspar, el rey más joven, se acercó con el incienso y le dio un beso perfumado, mientras al oído le susurraba: "El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación".
Finalmente, Baltasar, que llevaba en sus negras manos una sustancia rojiza, sentenció: "Uno inventa la verdad exactamente como inventa la mentira". Antes de salir por la ventana, le guiñó un ojo y desapareció.
Al día siguiente, cuando se levantó, fue corriendo a ver sus zapatos que encontró vacíos. Un poco triste se dirigió a la cocina, donde su mamá le estaba preparando el desayuno, y le dijo: "Tenías razón". La mujer, de espaldas, no podía ocultar su pesadumbre.
La mamá le alcanzó la taza de mate cocido y también le dio un paquete de galletitas dulces (de esas galletitas caras que veía en el kiosco de la escuela). Ya con el primer mordisco le llegó el aroma que había sentido con el beso de Gaspar. Al prender la tele apareció el tema de Arjona que escuchaba una y otra vez en su grabador; comenzó a cantar: "Una mentira que te haga feliz vale más que una verdad que te amargue la vida" y recordó una frase que hablaba de la verdad que es mentira o algo así y justo apareció un flash informativo, donde anunciaban que se había producido un alto al fuego. En realidad, ella no se detuvo a escuchar, porque estaba feliz a pesar de no tener regalo en Reyes. Por eso, cuando salió afuera y se encontró con un gatito gris, entendió que ése era su regalo y no había nada mejor que su deseo cumplido.

sábado, 3 de enero de 2009

La araña del rincón interior

Empezó a sentir una picazón en la pierna. Se rascó sin mirar y siguió trabajando. Cuando cómenzó a notar la piel tirante, se preocupó en bajar la vista y observar. En el muslo aparecía un grano que iba agrandando su tamaño y adquiriendo un tono grisáceo. Primero pensó en un grano común; con dos uñas empezó a apretarlo. Al hacerlo se rompió levemente en la punta y expidió un olor nauseabundo, mientras la base, presionada por las uñas, comenzó a desprenderse. Cayó el grano en el suelo y quedó como un capullo en descomposición.
De golpe una pata larga surgió de la envoltura y una araña se abrió camino hacia el exterior.