Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

lunes, 27 de abril de 2009

Sin aire para respirar

Todo comenzó como en el libro de Stephen King, incluso un cuervo revoloteaba esa mañana en mi ventana. Me levanté igual que todos los días para ponerme a trabajar. El noticiero anunciaba un otoño caluroso. Habían asesinado a un policía apodado Paco y un nuevo candidato surgía para las próximas elecciones. Lo único real de las noticias era el servicio meteorológico y hasta ahí nomás, porque también era manipulado para hablar del recalentamiento global y mostrar una imagen vegetariana del grupo corporativo. Apagué el televisor y me puse a trabajar.

Cuando mi estómago comenzó a protestar, me di cuenta de que había pasado el mediodía. Me extrañó no escuchar el desfile de autos, los gritos de los chicos al salir de la escuela y las bocinas impacientes ante el colectivo parado a mitad de la calle con una columna kilométrica esperando subir. Tal vez era feriado, o bien, había huelga de maestros otra vez.

Me preparé mi almuerzo y prendí la televisión. En vez de mi serie preferida aparecía en la pantalla una periodista con barbijo, que hablaba de un aire contaminado. Se solicitaba a la gente que permaneciera en su casa. Más allá del miedo y de la presencia de un peligro mortal, la desinformación era absoluta. No se sabía, no se hablaba, no se hacía nada.

Desde ese día estoy en mi casa y no puedo salir. El último pedazo de comida lo consumí hace una semana. Quizás mañana cuando empiece a sentir que mi debilidad ya no me deja razonar, corte mi brazo izquierdo y lo cocine con un poco de yerba mate, aunque no sé si voy a tener la fuerza suficiente para presionar la cuchilla.

1 comentario:

Marta dijo...

ayer hablaba con una compañera mexicana de un foro de infertilidad en el que consulto a diario. El tema de esta mujer era mucho màs tremendo de lo que bien describìs en tu relato, V.
Ella llenò sus despensitas de alimentos, comprò sus remedios para bastante tiempo, van a sus trabajos en el auto de su esposo y de allì a casa, todo el `dìa con barbijos y guantes. No se besan, ni se abrazan, casi no conversan entre los compañeros de trabajo. Tambièn cerraron los cines, los restaurantes, se suspendieron obras de teatro, recitales, cerraron los bares, se suspendieron servicios de buses y trenes, cada lugar que reuna mucha gente, ha cerrado y suspendido servicios y tareas. Solo quedan por fuerza mayor, los supermercados, las farmacias y servicios de salud. Y los supermercados, serà hasta nuevo aviso, por el peligro que conlleva... Es terrorìfico, much`simo màs de lo que se nos comenta en las noticias, realmente esta gente de mexico, està viviendo una especie de apocalipsis... Es triste, es lamentable y està comprobado que esa forma de mutaciòn de un virus sucede cada cien años y con alejarnos de ellos no solucionamos nada, ya que mañana o pasado, o incluso ayer, el virus de la influenza puede mutar aquì tambièn... Nadie està a salvo... Ojalà estuvieramos en medio de un tètrico relato de Stephen King, querida V. Abrazos!