Todo comenzó como en el libro de Stephen King, incluso un cuervo revoloteaba esa mañana en mi ventana. Me levanté igual que todos los días para ponerme a trabajar. El noticiero anunciaba un otoño caluroso. Habían asesinado a un policía apodado Paco y un nuevo candidato surgía para las próximas elecciones. Lo único real de las noticias era el servicio meteorológico y hasta ahí nomás, porque también era manipulado para hablar del recalentamiento global y mostrar una imagen vegetariana del grupo corporativo. Apagué el televisor y me puse a trabajar.
Cuando mi estómago comenzó a protestar, me di cuenta de que había pasado el mediodía. Me extrañó no escuchar el desfile de autos, los gritos de los chicos al salir de la escuela y las bocinas impacientes ante el colectivo parado a mitad de la calle con una columna kilométrica esperando subir. Tal vez era feriado, o bien, había huelga de maestros otra vez.
Me preparé mi almuerzo y prendí la televisión. En vez de mi serie preferida aparecía en la pantalla una periodista con barbijo, que hablaba de un aire contaminado. Se solicitaba a la gente que permaneciera en su casa. Más allá del miedo y de la presencia de un peligro mortal, la desinformación era absoluta. No se sabía, no se hablaba, no se hacía nada.
Desde ese día estoy en mi casa y no puedo salir. El último pedazo de comida lo consumí hace una semana. Quizás mañana cuando empiece a sentir que mi debilidad ya no me deja razonar, corte mi brazo izquierdo y lo cocine con un poco de yerba mate, aunque no sé si voy a tener la fuerza suficiente para presionar la cuchilla.
1 comentario:
ayer hablaba con una compañera mexicana de un foro de infertilidad en el que consulto a diario. El tema de esta mujer era mucho màs tremendo de lo que bien describìs en tu relato, V.
Ella llenò sus despensitas de alimentos, comprò sus remedios para bastante tiempo, van a sus trabajos en el auto de su esposo y de allì a casa, todo el `dìa con barbijos y guantes. No se besan, ni se abrazan, casi no conversan entre los compañeros de trabajo. Tambièn cerraron los cines, los restaurantes, se suspendieron obras de teatro, recitales, cerraron los bares, se suspendieron servicios de buses y trenes, cada lugar que reuna mucha gente, ha cerrado y suspendido servicios y tareas. Solo quedan por fuerza mayor, los supermercados, las farmacias y servicios de salud. Y los supermercados, serà hasta nuevo aviso, por el peligro que conlleva... Es terrorìfico, much`simo màs de lo que se nos comenta en las noticias, realmente esta gente de mexico, està viviendo una especie de apocalipsis... Es triste, es lamentable y està comprobado que esa forma de mutaciòn de un virus sucede cada cien años y con alejarnos de ellos no solucionamos nada, ya que mañana o pasado, o incluso ayer, el virus de la influenza puede mutar aquì tambièn... Nadie està a salvo... Ojalà estuvieramos en medio de un tètrico relato de Stephen King, querida V. Abrazos!
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