Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

viernes, 27 de marzo de 2009

¿Querés sentir el fuego en mi piel?

Mi cuerpo tiene cicatrices que lo hacen fuerte y lo convierten en algo pleno. Cada centímetro de su superficie fue recorrido y envuelto en millones de terciopelos, que provocaron que se erizara, mientras las historias iban penetrando en su interior para quedar latentes en cada poro.
Manos frías lo han envuelto entre sábanas tibias en reposo.
Parece insensible, pero es una explosión de deseos que libera al viento hojas escritas con escalpelos. Puedo sentirme como una exposición de piel saturada de sol y sin achicarrarme sigo volando entre las ráfagas.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El sueño de un tango ardiente

La música mueve mis pies sobre los tablones de madera. Un paso hacia delante y mi espalda es sostenida por una mano firme. Mi cuerpo se dirige a la derecha y dos pasos hacia atrás; las miradas fijas. Punteo el cinco en un enredo de mis piernas para concluir con un deslizamiento suave, pero con los músculos fuertes. Siento mi propio corazón en la camisa ajena en el preciso instante en que me hacen girar y todo vuelve a empezar.
Ya me imagino en un vestido rojo que se abre en un profundo escote en V con un leve pañuelo negro al cuello y zapatos carmesí de tacos brillantes. Mi cuerpo se adhiere al torso que me lleva y el baile me convierte en una percanta.

domingo, 1 de marzo de 2009

Mi esencia sangrienta

Está lloviendo y la noche está afuera esperándome. Quiero ser otra vez la persona que fui hace mucho tiempo. No más joven, sino alguien que confía en todas sus fuerzas y en todos sus sentidos.
El cielo se oscurece y ya estoy por salir. Tengo que moverme con cuidado, porque cualquier individuo es altamente peligroso, con actitudes imprevisibles y pensamientos incontrolables.
En cuanto mi piel siente la oscuridad, me vuelvo feroz e insaciable. Necesito despedazar un cuerpo para saber que mi poder es superior a cualquier débil humanidad, mientras el sabor de la sangre se inyecta en cada poro de mi ser, y lo nutre de mayor sabiduría y de plenitud vital.