Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El sueño de un tango ardiente

La música mueve mis pies sobre los tablones de madera. Un paso hacia delante y mi espalda es sostenida por una mano firme. Mi cuerpo se dirige a la derecha y dos pasos hacia atrás; las miradas fijas. Punteo el cinco en un enredo de mis piernas para concluir con un deslizamiento suave, pero con los músculos fuertes. Siento mi propio corazón en la camisa ajena en el preciso instante en que me hacen girar y todo vuelve a empezar.
Ya me imagino en un vestido rojo que se abre en un profundo escote en V con un leve pañuelo negro al cuello y zapatos carmesí de tacos brillantes. Mi cuerpo se adhiere al torso que me lleva y el baile me convierte en una percanta.

1 comentario:

Sole dijo...

Si así se siente el tango voy a pensar en tomar clases, ja, ja, ja Besote Te extraño!!!!!!!!!!!!!1