Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

martes, 23 de marzo de 2010

Mi discurso por el Día de la Memoria

La fecha que hoy conmemoramos surge de una situación histórica que sufrió toda la sociedad argentina.
En la década de 1960 la Argentina se encuentra sumida en el descontento y la inestabilidad política. Aparecen grupos armados tanto de izquierda como de derecha que utilizan el terrorismo como modo de expresión. Esto llega a su apoteosis con el gobierno de Isabel Martínez de Perón, momento en que los partidos opositores buscan a las Fuerzas Armadas para que tomen el poder. Después del derrocamiento del gobierno democrático, asume una Junta Militar que intenta imponer la paz utilizando los mismos métodos que usan los grupos a los cuales quieren sofocar; de esta forma, instauran el Terror de Estado. En el vocabulario común de los argentinos aparecen palabras como desaparecidos, centros clandestinos de detención, hábeas corpus, picana, apropiación de bebés, Ford Falcon verde, entre muchos otros términos.
Ahora bien, ¿qué enseñanza no deja esta fecha tan tenebrosa? El respeto a la vida humana.
Decimos que hoy es el Día de la Memoria. La memoria nos permite traer al presente hechos pasados. ¿Para qué? Para mejorar nuestro presente y nuestro futuro.
Por un lado, podemos analizar los actuales sucesos mundiales de manera analógica con este pasado; por ejemplo, las guerras en Medio Oriente. ¿Es correcto que alguien que obtuvo el premio Nóbel de la Paz esté bombardeando Afganistán, ya que el fin justifica los medios? Esta frase, que condensa el pensamiento de Maquiavelo, también la hicieron suya Mussolini, Hitler, Stalin y Lenin.
Esta eliminación sistemática del otro olvida la individualidad propia de los hombres. Yo sé que existo en la medida en que puedo confrontar mis ideas con las de otra persona que opina diferente a mí. Si todos pensáramos de la misma manera, no sabríamos cuál es nuestro propio pensamiento; seríamos como un cardumen que se mueve como si fuera un solo organismo. Somos copias originales de un ser superior, o de una idea esencial, o de genes hereditarios, o de lo que cada uno considere como el origen del hombre.
Desde hoy y desde nuestro lugar podemos llevar a cabo el respeto a la vida y al otro.
- Cuando manejamos, debemos ser conscientes de que el auto puede ser un arma mortal. Por eso, hay que cumplir las reglamentaciones viales: respetar los semáforos, las franjas blancas, no conducir si se consumieron alcohol o drogas, no usar el celular mientras se maneja… y todas las demás reglas que una persona responsable conoce.
- Como transeúnte, corresponde cumplir otras tantas, como respetar los semáforos, no cruzar por la mitad de la calle, no tirar objetos a los autos.
- Respetar al otro por lo que es. Valorar la integridad física y psíquica: no arrojar elementos contundentes, no humillar, jugar al fútbol sin herir al adversario, no difundir rumores…
Que la memoria nos sirva para mantener presentes los errores pasados y tratar de no cometerlos más, y los éxitos conseguidos para seguir repitiéndolos en el futuro.
También que esta capacidad intelectiva nos permita elaborar un espíritu crítico y, de esta forma, convertirnos en sujetos independientes y dignos de la evolución humana.

lunes, 8 de marzo de 2010

Batalla naval

El almirante acababa de dar la orden. Ya en sus puestos comenzaron los cañonazos.
Mientras apuntaba a la fragata enemiga, podía percibir el mar cabrillear en el plano inferior de su mirada, pero tenía que concentrarse en cargar el cañón. De repente un golpe en proa lo hizo desestabilizar y de refilón llegó a ver un cuerpo que caía al agua. Entre los estruendos no conseguía oír los alaridos, aunque sabía que estaban ahí.
Todavía estaban a cierta distancia; se veían los agujeros en el casco y las formas de los tripulantes en plena corrida. Las órdenes habían sido claras: sólo dejar las chalupas en pie.

sábado, 6 de marzo de 2010

Patitas

Pies dorados engarzados en una cadena, una pata roja y otra azul, dos zapatos holandeses con dibujos en un azul agua, otros pies dorados más toscos, más significativos y una pata de la suerte que en algún momento fue anillo. Todos con una historia distinta van marcando mi existencia.
Diría que mis pies están en el aire y sólo la arcilla permite dejar mis huellas de alguna manera.
Me gustaría seguir las pisadas que hace años grabé en la arena, pero cuando me di vuelta, el mar se las había comido. Mi planta había quedado dibujada en pares que avanzaban con firmeza sobre el suelo fluctuante. Y ya no están. Queda esta pata con forma de cenicero para enlazar esa cadena cuyo dije persiste en su sustancia dorada.
Ahora mis tobillos se mueven para iniciar el baile y bailan.

viernes, 5 de marzo de 2010

Distintos encuentros

A veces el sol toca mi piel y siento cómo se eriza, incluso percibo un cosquilleo que se extiende sobre la superficie y que me gratifica. En esos momentos cierro los ojos unos segundos para poder captar y encerrar esa delicia acariciante que imprime recuerdos en mi retina. Me sosiego y me desvanezco entre besos incansables, entre susurros jadeantes, entre movimientos incipientes. En realidad, soy una planta mecida por manos desconocidas, que gime ante la presencia del calor, que recibe humedad en sus raíces, que tiende su tallo hacia el aire que lo contiene. El agua comienza a deslizarse a través de los estomas y surca por los pliegues naturales. Finalmente, el oxígeno inunda las salidas y sale en explosiones fúlgidas.

martes, 2 de marzo de 2010

En el tiempo

Mientras bailamos, puedo sentir su mano firme en la espalda. Me controla y me lleva.
Su cuerpo avanza hacia el mío, avasalla mi espacio y me dejo ir. Los pies se entreveran y la falda se desliza en el aire siguiendo los movimientos. Arrastro el zapato con delicia hacia el otro que me espera; percibo la sincronía que sella los espacios vacíos.
Las pausas son tensas para explotar en la energía del baile que se desenfrena, en tanto la mente se obnubila y desaparece.