Diría que mis pies están en el aire y sólo la arcilla permite dejar mis huellas de alguna manera.
Me gustaría seguir las pisadas que hace años grabé en la arena, pero cuando me di vuelta, el mar se las había comido. Mi planta había quedado dibujada en pares que avanzaban con firmeza sobre el suelo fluctuante. Y ya no están. Queda esta pata con forma de cenicero para enlazar esa cadena cuyo dije persiste en su sustancia dorada.
Ahora mis tobillos se mueven para iniciar el baile y bailan.
1 comentario:
No hay nada más personal que las huellas. Y no importa que el mar se las haya comido porque la arena de la vida sabe reconocerlas.
Podrás recorrer nuevamente el camino que marcaste, podrás bailar..podrás hacer lo que quieras.
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