Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

martes, 13 de abril de 2010

Medea sentada entre las tumbas

Soy la hiel que recorre el cuerpo de Jasón y que atraviesa sus venas llenas de fluidos agrios y pesarosos.
Soy la venganza que se escurre entre la sangre de los cuchillazos que horadan los cuerpos de mis pequeños.
Soy la furia que se desata ante la traición y me devuelve mi esencia hechicera.
Soy como siempre, la que acapara las miradas y cuyas pociones mitigan dolores o devuelven la dignidad de cada elemento natural.
Medea es mi nombre, y ante él se inclinan reyes, embajadores y dioses. Acá estoy, envuelta con el sudario de mis hijos, sentada junto a ellos, que yacen inertes sobre un suelo extranjero.

sábado, 10 de abril de 2010

¿Con qué derecho?

Siempre supe que mi papá se había suicidado. Incluso cuando era chico mis compañeros del colegio me decían que lo había hecho para librarse de mí, que había preferido la muerte antes que volver a ver mi cara fea otra vez.
En la adolescencia me enteré de que su suicidio había sido producto de un trastorno psiquiátrico y que podía estar latente en mí a través de la herencia.
La evidencia de mi enfermedad la tuve la primera vez que sentí la necesidad de tirarme a las vías ante la llegada del tren. No estaba deprimido ni era especialmente infeliz; sólo estaba esperando en el ánden y mi cuerpo tuvo una reacción instintiva. Era como si la cercanía de la locomotora implicara que debía darle la bienvenida.
Por suerte, mi yo racional tuvo mayor fuerza y mi cerebro hizo que me agarrara férreamente al alambrado que estaba a mis espaldas; de esa forma, los alambres impieron que mi cuerpo se cayera delante del tren.
Así, consciente de la existencia de este suicida dentro de mí, comencé a estar pendiente de sus acciones y a tratar de salvarle la vida cada vez. Fue todo un éxito. Por eso acá estoy con un arma apuntando al interior de mi boca. Ahora me surge una duda: ¿cuál de los dos tiene dominio sobre mi mano derecha?

Gracias por hacerme leer San Manuel Bueno, mártir

viernes, 9 de abril de 2010

Tonight

When I woke up this morning, I couldn't believe that I was there, in this bed. Then I turned my head to the left and my eyes were opened big, big, like the look of the chicken. My man was laying down on his back and a blood stain was appearing on the sheet.
I touched his cold skin and my hand took a red color. Suddenly I realized that I had a knife in another hand. What did happen when we were sleeping? It's truth that I had a nightmare, but it was only a bad dream. How did knife come to my hand? Why did I kill him?
I can't answer these questions while I watch the white wall.

viernes, 2 de abril de 2010

Detrás de la barricada

Todos los años visito a tu mamá para esta fecha y ella siempre me espera con unos ricos mates y tortas fritas. Al principio la conversación gira en torno a trivialidades, sobre el barrio, el país, la inseguridad o el último chusmerío de la farándula. A medida que se va vaciando la pava, ya cuando los paraguayos empiezan a surgir en el agua, sabemos cuál es el siguiente tema.
Ella comienza a mover la bombilla, como si quisiera arreglar la yerba, no me mira, espera unos segundos y me pregunta: ¿Qué pasó en la barricada?
Otra vez le cuento la misma historia y nos hace bien a los dos; ella comprende que su hijo no murió en vano y yo... agradezco la vida que salvaste en Malvinas.

Entre los olivos

Ya es entrada la noche y estoy en medio del bosque. Siento mis piernas cansadas de caminar, pero sé que si me detengo, no voy a poder volver. También tengo miedo de parar; la oscuridad me envuelve y si dejo de hacer ruido con mis pasos, el silencio me va a traer sonidos amenazantes y engañosos.
Por otro lado, quiero tener mi mente ocupada tratando de distinguir el camino por donde voy. Mis pensamientos deben quedarse en la nada para no sentir la muerte que me sigue. Percibo que mi piel se electriza al contacto con el aire y sé que está ahí. No necesito mirar hacia atrás para ver al ángel oscuro. Todavía quiero andar unos kilómetros más. En cuanto tenga coraje, daré media vuelta para enfrentarla en forma directa.