
En la adolescencia me enteré de que su suicidio había sido producto de un trastorno psiquiátrico y que podía estar latente en mí a través de la herencia.
La evidencia de mi enfermedad la tuve la primera vez que sentí la necesidad de tirarme a las vías ante la llegada del tren. No estaba deprimido ni era especialmente infeliz; sólo estaba esperando en el ánden y mi cuerpo tuvo una reacción instintiva. Era como si la cercanía de la locomotora implicara que debía darle la bienvenida.
Por suerte, mi yo racional tuvo mayor fuerza y mi cerebro hizo que me agarrara férreamente al alambrado que estaba a mis espaldas; de esa forma, los alambres impieron que mi cuerpo se cayera delante del tren.
Así, consciente de la existencia de este suicida dentro de mí, comencé a estar pendiente de sus acciones y a tratar de salvarle la vida cada vez. Fue todo un éxito. Por eso acá estoy con un arma apuntando al interior de mi boca. Ahora me surge una duda: ¿cuál de los dos tiene dominio sobre mi mano derecha?
Gracias por hacerme leer San Manuel Bueno, mártir
1 comentario:
¡¡Contundente, Virnis!! Me encantó.
Un beso
Ana
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