Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

jueves, 16 de abril de 2009

Formas alternativas


Era una culebra negra sin matices que vivía dormida, mientras me mordía la cola. La cueva era cálida y oscura, por lo que me permitía mantenerme en un estado de aletargamiento. Pero otras víboras invadieron mi espacio y mi sopor se descontroló. Fui mordida centenares de veces y el veneno caló entre mis escamas, se inyectó en mi bronca de estar fuera del lugar familiar, que ya no existía. Salí hacia la luz que me cegó, pero conseguí ver lo que la oscuridad me ocultaba: el nido de víboras. Pedazos de mi piel fueron cayendo hacia mis costados a medida que avanzaba con mi vientre sensible sobre la roca caliente. De repente me erguí y sentí el líquido tóxico llenando mis dientes. Era tal la concentración acumulada que sabía que la víctima frente a mí iba a morir en pocos segundos.

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