Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

lunes, 6 de octubre de 2008

El fin de la travesía


Después de haber recorrido un trecho sola, me encontré en medio de la nada. En realidad, el paisaje era avasallante. ¿Cómo explicar? La fuerza que generaba desabsorbía mis propios colores. Se me impregnaba la inmensidad en cada resquicio y su gravedad centrífuga me expandía en el silencio. Ya no era un pedazo de materia sostenido en un espacio y en un tiempo; era una energía sensitiva que abarcaba el páramo.


No me puse en contacto con mi ser interior ni con la fuerza suprema que uno debería encontrar en esos lugares. Simplemente creo que fue un paso más en una necesidad personal. Fue salir de la rutina y el encierro para contaminar mi vista y embriagar mis oídos.


Y sentí que volvía a recomponerme en una miríada de ensueños, de nostalgias, de escrituras incompletas, de pensamientos no dichos... para comprender que ahí estaba yo, sentada junto al río.


1 comentario:

Plumas dijo...

te robe la foto XD la ultima