Esta noche aprendí que no es cierto que no haya amado.
Siempre dije que sigo amando a todos los hombres que amé y siempre me dijeron que se debía a que justamente no había amado a ninguno. Y no es cierto. Solamente fue el miedo que no me permitió abandonarme en los brazos de nadie, en tener confianza en la mirada que estaba frente a mí.
Y yo confieso: "Sigo amando a cada uno de los hombres que amé".
Tuve grandes historias, cortas, intensas, enigmáticas, raras (no voy a dar nombres para no desplazar a nadie y para no priorizar a nadie). Puedo sentir mis amores platónicos y sonreír, puedo recordar los diferentes besos y suspirar, puedo percibir el roce de las otras pieles y erizarme, puedo recoger la penetración y sentir la fusión del otro en mi interior, su bombeo, mi agitación... y extasiarme. Tengo recuerdos maravillosos, porque son especiales. Todos diferentes.
Acá estoy... amando, siempre amando. Creo que ahí está la maravilla de amar: uno no puede borrar ese sentimiento.
Sí, vos sabés que te amo.
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