Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

martes, 8 de febrero de 2011

Lo que no puedo decir

Hay diferentes clases de miedos y todos tenemos alguno especial que no podemos expresar, incluso somos incapaces de asumirlo interiormente.
El cuchillo que cercena nuestra cabeza que cae con ímpetu sobre el suelo. Imagen poderosa que ronda nuestra mente. Genera una sensación de asco, pero no apela a eso que escondemos.
Los miedos más fuertes son aquellos relacionados a eventos cotidianos. ¿Qué es lo que no digo?
Un hotel lleno de espectros, un océano sin fondo y oscuro, una caída abismal, un desconocido que me ataca... la sombra de la guadaña que se refleja frente a mis pasos.
Insisto... ¿cuál es mi miedo? ¿soy capaz de mirarme al espejo y enunciarlo sin titubeos?
Puedo observar mis ojos reflejados, ver la mirada espectante, la boca que se entreabre, un leve sonido que parece que comienza a surgir y la nada se materializa en el aire evaporado. Es demasiado el poder que puedo otorgar al nombrarlo.

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