Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

jueves, 30 de julio de 2009

Suavidad en la arena


Calma. Es como si estuviera acostada sobre la arena escuchando el retumbar de las olas, mientras ráfagas inconstantes rozan la superficie de mi cuerpo. En cada respiración puedo percibir cómo el azul penetra en mis tejidos y me llena, me hipnotiza, me adormece.

Siento mis latidos, junto a los suyos, un poco desacompasados, pero formando un dúo de ritmo vital. Me dejo fluir por esa corriente que me tranquiliza y es como si entrara en su cuerpo. Me deslizo sin pausa, imperceptiblemente para recuperar mi esencia en cada pensamiento ajeno.

Dejo descansar mi mano sobre su torso hasta que otras manos se entrelazan entre mis dedos.

4 comentarios:

Vera Zagui (seudónimo) dijo...

Intenté hacer algo más afectivo. ¿Lo logré?

Hombre de familia dijo...

Lo tuyo es pura brutalidad.
¿Que si lograste hacer algo más afectivo? No lo sé. Sí siento que ha aflorado más piel, carne, feeling, sentidos..¡y eso está muy bueno!

Hombre de familia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marta dijo...

no se si es algo màs efectivo, V., lo que sì se es que siempre es un placer leerte. Hacès volar la imaginaciòn y logràs que el lector se sitùe en ese lugar entre natural, medio dark o gòtico al que vos querès llevarlo... no sè responder tu pregunta, pero lo que sì se es que ..."yo me anoto"! Abrazos y gracias por estar siempre