La avalancha cae sobre mí,
blanco, blanco me rodea,
la nieve entra por mi boca, mis orejas,
el frío atira mi cuerpo,
mis ojos se blanquean y duelen,
los pensamientos se llenan de blanco,
de nieve y de frío.
Ya nada funciona:
el cuerpo inerte, los sentimientos abotagados.
El pétalo se disuelve en una mancha de sangre.
(La escribí hace muchos años. Encontré la foto y pensé en mi caja de recuerdos poética.)
2 comentarios:
Siempre el delgado umbral entre la vitalidad y el sueño que aletarga las sensaciones, salvo que uno lea algún texto tuyo y el respingo más corto te deja colgada de la araña...
Cariños, Virnis
No es que tenemos un cuerpo y un espíritu: ¡Somos cuerpo y espíritu a la vez! En esta fenomenología de la existencia se amoldan muy bien tus palabras porque es todo tu ser el que se siente impactado por la dureza y crueldad del frío.
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