Empezó a sentir una picazón en la pierna. Se rascó sin mirar y siguió trabajando. Cuando cómenzó a notar la piel tirante, se preocupó en bajar la vista y observar. En el muslo aparecía un grano que iba agrandando su tamaño y adquiriendo un tono grisáceo. Primero pensó en un grano común; con dos uñas empezó a apretarlo. Al hacerlo se rompió levemente en la punta y expidió un olor nauseabundo, mientras la base, presionada por las uñas, comenzó a desprenderse. Cayó el grano en el suelo y quedó como un capullo en descomposición.
De golpe una pata larga surgió de la envoltura y una araña se abrió camino hacia el exterior.
3 comentarios:
¡Ay, esos bichos que nos habitan! ¿Qué pensarán de nosotros?
Eres muy buena para escribir, mantienes hasta los niños atentos.
Voy a decir algo obvio... me suena a Quiroga. No sólo por los bichos, el manejo de los tiempos y el ambiente me resultaron muy a lo Quiroga... el final incierto...
Publicar un comentario