Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

lunes, 1 de abril de 2013

Un cuento de héroes


Cuando era chica, su hermano mayor le contaba historias de caballeros que peleaban con espadas enormes y vencían a todo tipo de seres malvados para volver a su tierra y enamorar a la mujer de sus sueños. Le encantaban esos relatos y siempre le pedía otro y otro.
Una noche de abril de 1982 se acercó a su cama y le dijo que él tenía que irse. Junto al caballero de la capa roja (su favorito), iba a viajar a unas islas del sur, donde una señora de pelo de plata se había adueñado de un castillo. Volvería como volvían siempre los héroes de las historias. Un beso en la frente fue el sello de su promesa y la dejó durmiendo.
Pasaron los meses y ella pensaba que esas islas quedaban muy lejos, aunque su mamá intentaba explicarle otra cosa. Le decía que había regresado el chico del departamente de al lado, pero su hermano no.
El vecino no estaba muy bien de la cabeza. Lo escuchaba gritar durante la noche y cuando se lo cruzaba en el pasillo decía cosas incoherentes o se reía desenfrenadamente con sonidos raros. Ella le tenía un poco de miedo y lo observaba a la distancia.
Años después, ya sabiendo que su hermano había muerto en Malvinas, se lo encontró en el ascensor. "No me gusta subir solo al ascensor" fue su primer comentario. Después la reconoció y le dijo que había visto morir a su hermano. Mientras él le relataba la explosión, ella vio a su hermano subir a un caballo blanco y con su espada abrirse camino entre los enemigos que lo acorralaban. Finalmente, su figura se perdió en el horizonte de un terreno rocoso y gris.
 

No hay comentarios: