Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

miércoles, 4 de abril de 2012

Días y días


Hoy era el juicio. Tendría que tomar muchos calmantes. No quería agregar más drama a una situación que ya era incontenible. Si no los tomaba, se veía cruzando la sala por sobre los asientos, llegar hasta el bestia e intentar ahogarlo con sus propias manos, incluso por momentos alucinó con llevar un arma. Trataría de escuchar la sentencia con suma tranquilidad, pero no sabía cómo iba a reaccionar. Últimamente su autocontrol no era muy eficaz. Terminó de vestirse y se dio cuenta de que no se había puesto el corpiño. Tenía la cabeza tan volada que fue un detalle que se le escapó. ¿Así de volado habría estado el asesino de su hija? No… Se imaginó el cuerpo de su hija embestido por el auto, cómo su cabeza estallaba contra el cordón. Era una cámara lenta que se repetía incesantemente. Lo más probable es que no se diera cuenta de lo que sucedía. ¿Y si sintió el dolor de su cuerpo que se destrozaba? ¿Habrá sentido la hemorragia interna que se expandía? No quiso pensar más, respiró hondo, forzó una sonrisa y salió de la habitación. En el comedor la esperaba su amiga para llevarla en auto hasta el tribunal.

No hay comentarios: