Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Danza entre rojos sueños


Estaba automatizada por el trabajo e insensibilizada de emociones.
De repente la música surgió de la radio. Era un tema antiguo, de recuerdos... y su cuerpo se acordó del movimiento, su corazón comenzó a latir cuando sintió el golpeteo de los tambores.
Primero fueron pasos indecisos que se convirtieron en inquietos. El ritmo la empujó a deslizarse por el suelo. Se sacudió la inercia y elaboró su vuelo matinal. Aceleración de melodías y su mente se desenfrenó. Había vuelto a adquirir su libertad privada de bailes indescifrables, de canciones susurradas en sortilegios.

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