Ya no recuerdo cómo recorrer tu cuerpo con los ojos cerrados para ser invadida por ansias febriles.
Ya no existen sentimientos ni sensaciones plenas.
He quedado vacía sobre la cama.
Son olvidos de muchos cuerpos sin nombres, sin rostros, sin pensamientos, sin almas.
Son presencias que estallan en mi cabeza cuando quiero dormir y se escapan por la puerta entreabierta para merodear por calles inciertas o viajar en vagones vacíos de existencia.
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