Un día más. Un sueño más. Un bostezo más.
¿Quién quería trabajar? Cierto, era yo. Es que el sueño seduce mis párpados y lo que ayer quería, ya no me interesa. La niebla se agolpa sobre mis pensamientos y no me deja pensar.
¿Dije que tengo sueño? No, no lo dije, pero no es necesario.
La vida es para disfrutar. Hacer un viaje en barco o en tren. Sentarte a la orilla del mar. Contemplar la ciudad desde un edificio. Sentir que uno es libre...
Pero todos estamos acostumbrados a un tipo de cárcel: la familiar, la laboral, la social... en fin, siempre nos manejamos dentro de alguna clase de prisión y nos habituamos a sus rutinas.
Ahora Lili tiene una reclusión maternal y no puede dar dos pasos sin que salte una alarma. El grito retumba en los oídos y ella se queda paralizada. Lo peor es que no puede destruirla, porque los grilletes sociales se lo impiden. No duerme. Está de malhumor. Actúa como un autómata. Y es feliz pendiente de ese pedazo de carne.
¿Y mi propio presidio? Yo misma.
1 comentario:
tan cierto... pero quizà algùn dìa, formemos parte de esos àngeles de sobretodo negro y alas blancas que el genial wim wenders plasmò en el cine, sintiendo el viento en la cara, aclarando las mentes de otros seres, quizà... cuando hayamos aprendido todo.... cuando el ciclo se haya concluido... sea el momento de disfrutar... serà? te felicito por todo lo que escribìs Vera, Vir... Vera, me encanta, y Melanie, genial, seguì poniendo sus cuadros y avisà si expone! abrazos, Marta
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