Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

viernes, 22 de abril de 2011

Hace años y hoy también


Esa noche lloró sangre. Luego lo arrastraron a la celda, donde le perforaron la cabeza con una corona de espinas y patada tras patada lo dejaron exhausto sobre el suelo. Una vez sentenciado por políticas de poder, los látigos abrieron surcos en su espalda y profundizaron las heridas que ya sangraban. Pusieron vigas sobre su cuerpo que tuvo que cargar por kilómetros, con sus piernas que temblaban por el esfuerzo y sus pies que se arrastraban sobre el terreno pedregoso, que iba absorbiendo la sangre que manaba de la carne abierta.
En el lugar incrustaron clavos en sus muñecas y en sus pies. Lo izaron y lo dejaron ahí arriba agonizante. Tuvo sed y su garganta fue traspasada por un líquido ácido. Una lanza le perforó el pulmón y cada vez que tomaba aire un ramalazo eléctrico corroía sus centros sensitivos.
En la hora pudo ver a la serpiente que jugaba con sus hermanos y los mataba de hambre, en guerras, con gobiernos... Ya volvería para cercenar la cabeza ponzoñosa. Cerró los ojos y el animal de conciencia bífida ya había perdido parte de su poder.

3 comentarios:

Juan Enrique Vicuña dijo...

Encontré tu blog a través de nuestro compartido gusto por Paul Auster y El país de las últimas cosas. Lo encontré muy interesante y me gustaría seguir leyendolo. Saludos.

Vera Zagui (seudónimo) dijo...

Qué bueno que te guste mi blog.
Sí, El país de las últimas cosas me parece espectacular. En realidad, me gustan todos los libros de él, pero ése tiene esa oscuridad que me fascina.

Anónimo dijo...

Me gusta tu blog. Cuando puedas haz una visita por "Los Espiritus de Haddock". Besos.