Sólo nada el nadador, porque nunca nada el suicida.
Sol o nada es su elección en el océano de seres.
O sea, no quiere ser ese que es.

viernes, 22 de abril de 2011

Hace años y hoy también


Esa noche lloró sangre. Luego lo arrastraron a la celda, donde le perforaron la cabeza con una corona de espinas y patada tras patada lo dejaron exhausto sobre el suelo. Una vez sentenciado por políticas de poder, los látigos abrieron surcos en su espalda y profundizaron las heridas que ya sangraban. Pusieron vigas sobre su cuerpo que tuvo que cargar por kilómetros, con sus piernas que temblaban por el esfuerzo y sus pies que se arrastraban sobre el terreno pedregoso, que iba absorbiendo la sangre que manaba de la carne abierta.
En el lugar incrustaron clavos en sus muñecas y en sus pies. Lo izaron y lo dejaron ahí arriba agonizante. Tuvo sed y su garganta fue traspasada por un líquido ácido. Una lanza le perforó el pulmón y cada vez que tomaba aire un ramalazo eléctrico corroía sus centros sensitivos.
En la hora pudo ver a la serpiente que jugaba con sus hermanos y los mataba de hambre, en guerras, con gobiernos... Ya volvería para cercenar la cabeza ponzoñosa. Cerró los ojos y el animal de conciencia bífida ya había perdido parte de su poder.

jueves, 14 de abril de 2011

Abajo

Quiero sentir la nebulosa que va cubriendo mi cabeza, que mi mente se evapore con cada susurro, que presione sobre mi vientre entumecido y poder sumergir la existencia en vegetaciones microscópicas para sorber la savia en intenso rojo de pesadillas fulgurantes que reviven el terror que veo en mis propios ojos.